UN POCO DE HISTORIA
Son muchos los recuerdos que para todos trae oír hablar de Ortigueira. Tenemos asociado este vocablo a la libertad, a la convivencia, a la música, a la fiesta… y a Galicia. Creemos que Ortigueira representa mucho de nuestra cultura, de nuestra raíz y de nuestra forma de ver la vida y por eso este festival está tan metido en el sentimiento de las miles de personas que alguna vez peregrinaron cara a estas tierras. Historia que todas esas almas que por aquí pasaron fueron escribiendo año a año y que forma parte del patrimonio de todos.
Los comienzos (1978-1984)
Xosé Filgueira Valverde leyó el pregón que inauguraba en Ortigueira el I Festival Folclórico Internacional do Mundo Celta. Era el 30 de julio de 1978. Se materializaba así el proyecto que los miembros de la Escuela de Gaitas, cuyo fundador fue Javier Garrote, idearan en una visita al Festival de Lorient. Con un presupuesto de 6.000 euros consiguieron reunir a unas 10.000 personas.
La II edición ya con una presupuesto más holgado -30.000 euros-, la organización consiguió congregar a 15.000 asistentes. Se ampliaron las muestras complementarias, y también la duración del Festival.
Las siguientes ediciones siguieron demostrando una importante audiencia con una media de 20.000 espectadores por año.
Y en 1984, comienza la colaboración por parte del Ayuntamiento, y se reunieron en Ortigueira 25.000 personas, batiendo una nueva marca de asistencia.
VIII edición, la gratuidad
En 1985 la organización del Festival dio uno de los pasos más decisivos de su historia: el certamen, en su VIII edición, pasaba a ser gratuito, característica que mantiene aún hoy, siendo una de las características más importantes. La siguiente edición, la de 1986, registró un descenso cuantitativo de espectadores y un aumento del público procedente dos países celtas. El Alcalde supedito la continuidad del Festival al apoyo de la Consejería de Cultura. Además propuso consultar a los vecinos si deseaban que su villa siguiese siendo la capital del mundo celta. Pero fue en el X Festival, en 1987, a pesar de una mejora en las instalaciones, en las infraestructuras de servicios y la zona de acampada -libre desde los comienzos del certamen- cuando se decidió la suspensión del Festival.